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Me llamo Alba y soy desde hace 3 años y medio coordinadora de tratamiento en el centro Myriam Sada, en Aravaca (Madrid). Conocí su centro por Internet y mira qué cosas, ahora me toca presentarme en su blog. Creo que es algo original, muy diferente, tanto por su imagen por cómo se hacen las cosas; cada día es una sorpresa, otro mundo, y es lo que lo hace tan divertido.
Pero más allá de las primeras impresiones me quedo con el día a día, el vínculo que se crea con cada paciente, la complicidad que nace entre nosotros es lo más satisfactorio. Puede parecer raro pero es cierto. Es un poco como la ortodoncia o lo que podemos pensar de ella al principio.
Yo por ejemplo pensaba que era sólo algo estético pero cuando aprendí más sobre la materia y vi todo lo que hay detrás de un tratamiento de ortodoncia me di cuenta de que su primer objetivo es siempre la salud; con la ortodoncia no sólo corriges un problema, si no que previenes otros.
Como decía antes en este trabajo acabas conociendo a las personas y queriéndoles porque compartes cosas de tu vida, al igual que ellos, que también te hacen partícipes de la suya. Todo ello es lo que hace que se sientan queridos y especiales, y es lo que más les gusta.
Por eso, con el tiempo la relación se mantiene y los pacientes te recuerdan por mucho tiempo. He tenido pacientes que me han traído recuerdos de sus viajes o me han comprado un detalle porque estando fuera se han acordado de mí, como uno que me trajo una camiseta desde Orlando, en EE.UU., y otro que me compró un bolso ¡en Milán!
También a veces se establecen vínculos aún más fuertes, como una familia, varios de cuyos hijos están aún en tratamiento, que me han escrito postales preocupándose por mí y los míos y cuando me los he encontrado fuera de la clínica han venido como locos a abrazarme.Con estos detalles ¡no puedes evitar tenerles un cariño muy especial!
